Juan Humberto «Beto» Villalobos tenía heridas compatibles con las patadas del animal. Un sobrino vio cuando el animal lo pisoteaba en un potrero.
Padre de cuatro hijos y casado. Un trabajador de campo que vendía pasto y criaba animales. Ese era Juan Humberto Villalobos, el gaucho que murió como consecuencia de las patadas y pisadas de su propia vaca en un potrero próximo al distrito de Villa Pituil en Calingasta.
Esto último es la única hipótesis, todo indica que se trató de un accidente doméstico. Nicolás Villalobos, un sobrino suyo, fue testigo. Esta persona vio el momento en que esa vaca pisoteaba al “Beto” Villalobos en el llamado “Potreros de las Viudas” en la antigua finca Álamo, en las afueras de Villa Pituil, comentaron parientes de la propia víctima y fuentes judiciales.
El trágico suceso ocurrió el lunes último entre las 20.30 y 21. Juan Humberto Villalobos fue auxiliado y trasladado a un centro asistencial de Calingasta y le practicaron tareas de reanimación, pero ya estaba muerto. Aún no se conoció el informe de la autopsia, pero las primeras versiones indican que presentaba múltiples heridas que son compatibles con los golpes producidos por las patadas de un animal.
En esa línea trabaja el ayudante fiscal Maximiliano Gerarduzzi y los fiscales Francisco Pizarro y Adrián Riveros de la UFI Delitos Especiales, quienes investigan una muerte accidental.
Pobladores de Calingasta comentaron a TIEMPO DE SAN JUAN que el “Beto” Villalobos era un gaucho que residía en Villa Pituil junto a su esposa y sus cuatro hijos, tres de ellos adultos. Se ganaba la vida trabajando con otros vecinos en una cooperativa que produce, enfarda y vende pasto. El manejaba las máquinas.
También se dedicaba a la crianza de caballos y poseía otros animales, como esa vaca, que llevaba a pastar al Potreros de las Viudas en la antigua finca Alamo. El “Beto” conocía bien esa zona, allí vivió su familia y su padre fue el capataz en esa propiedad que perteneció a la familia Álamo.