Cobre: el motor del nuevo boom minero argentino

San Juan lidera esta nueva etapa con hallazgos históricos y el respaldo de gigantes internacionales, mientras el Gobierno apuesta al RIGI y a la confianza inversora para triplicar exportaciones y duplicar el empleo en menos de una década.

En medio del protagonismo que cobró el litio como «oro blanco» de la transición energética, un metal tradicional vuelve al centro de la escena y promete transformar la minería argentina: el cobre. De ser un recurso olvidado tras el cierre de Minera La Alumbrera en 2018, este conductor eléctrico vital para la descarbonización global ahora aparece como el verdadero motor del nuevo auge minero nacional.

De acuerdo a lo publicado por Infobae, con inversiones proyectadas por más de USD 33.000 millones para casi 70 proyectos en distintas etapas de desarrollo, y con una estimación de exportaciones mineras que podrían trepar a USD 12.000 millones en 2032 —el triple del valor actual—, el cobre emerge como el gran protagonista de la nueva etapa extractiva argentina. Además, se prevé que el sector duplique la cantidad de empleos, alcanzando los 200.000 puestos directos e indirectos hacia esa fecha.

La vuelta del cobre y la mirada global

El regreso del cobre argentino no es casual. El contexto internacional lo impulsa: la demanda del metal rojo se dispara por su uso estratégico en energías limpias, autos eléctricos e infraestructura tecnológica. Y aunque Argentina aún no lo produce, grandes jugadores globales ya apuestan fuerte.

La canadiense Lundin, en alianza con la australiana BHP, anunció recientemente el hallazgo más importante de cobre en 30 años en San Juan, en el marco del denominado «Proyecto Vicuña». Es una muestra clara del renovado interés de las multinacionales por explorar las reservas de este lado de la Cordillera. Del otro, Chile sigue siendo el líder indiscutido con exportaciones anuales por USD 55.000 millones.

«Argentina tiene la misma montaña que Chile y los mismos recursos», afirmó Eduardo Elsztain, presidente de Austral Gold, quien también apuesta por el crecimiento minero. «Hoy la minería representa solo el 0,7% del PBI. Podría alcanzar el 10%, como sucede en nuestros países vecinos», agregó.

Un horizonte productivo renovado

Según datos de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), actualmente hay 62 proyectos activos: 31 de litio, 18 de cobre y el resto distribuidos entre oro, plata y tierras raras. El mapa minero argentino se concentra en las provincias cordilleranas de San Juan, Catamarca, Salta y Jujuy, que avanzan rápidamente con la construcción de clústeres de infraestructura y servicios.

Los principales proyectos de cobre en carpeta son Josemaría (Lundin y BHP), Mara (Glencore), Los Azules (McEwen Mining), El Pachón, Taca Taca y Altar. Muchos de ellos esperan presentarse este año al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), clave para asegurar la estabilidad fiscal, la libertad para girar dividendos y condiciones claras para inversiones de largo plazo.

«El cobre es la gran promesa y el hallazgo en San Juan muestra algo que siempre dijimos: tenemos recursos comparables a los de Chile. Pero hay que moverse rápido, porque la ventana de oportunidad es corta y la demanda es ahora», advirtió Alejandra Cardona, directora ejecutiva de CAEM.

El nuevo «pilar» del modelo exportador

Para el Gobierno Nacional, la minería —junto al agro y el petróleo y gas no convencional— conforma la tríada clave del nuevo modelo exportador. «Vamos a ser muy relevantes en minería, especialmente en cobre. Pero los tiempos del sector son largos y requieren políticas estables», explicó Daniel González, coordinador del área energética y minera del Ministerio de Economía.

La exposición Arminera, que se desarrollará del 20 al 22 de mayo en Buenos Aires, servirá como punto de encuentro para inversores, empresas y funcionarios en busca de consolidar esta visión común.

Desafíos: infraestructura e institucionalidad

Aunque el horizonte es prometedor, los desafíos no son menores. Aún existen cuellos de botella en infraestructura, sobre todo en zonas alejadas de centros logísticos y puertos. También persisten trabas normativas, como la Ley de Glaciares, que según CAEM, paralizó proyectos por USD 20.000 millones en áreas cordilleranas al no definir claramente qué debe protegerse.

Aun así, el optimismo prevalece. La estabilidad macroeconómica, la reducción de restricciones cambiarias y la llegada del RIGI configuran un clima de negocios más predecible. «El RIGI es necesario, pero no suficiente. La apertura para el giro de utilidades y un tipo de cambio competitivo son igual de relevantes», remarcó la analista Natacha Izquierdo, de Abeceb.

0Shares

Entradas relacionadas

Deja tu comentario