La cobertura creció 20 puntos porcentuales en tres años pero la inseguridad alimentaria se mantiene con un piso alto, según un estudio de la UCA.

El aumento de la cobertura alimentaria pública para niños y adolescentes en los últimos tres años, que pasó de contemplar a poco menos del 40% a cerca de 60%, no alcanzó para disminuir de manera sensible la pobreza en ese sector de la población, que es el más vulnerable y que tiene, de acuerdo a un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) a 6 de cada 10 de ellos bajo la línea de pobreza, y una proporción alta en situación de inseguridad alimentaria: 4,2 millones comen menos que antes por efecto de la crisis económica.
Esas fueron algunas de las conclusiones a las que arribó un exhaustivo documento elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de esa institución, que midió cómo concluyó el 2022 en distintas métricas para medir la pobreza infantil: alimentación, subsistencia -es decir, carencias económicas-, salud, hábitat, crianza y socialización, información, educación y trabajo infantil.
De acuerdo a la UCA, el 2022 terminó con un 61,6% de los niños, niñas y adolescentes de la Argentina por debajo de la línea de la pobreza, es decir, sin tener el costo de la canasta básica cubierta. Eso implicaría que unos 8,2 millones se encuentra en esa situación. De ese total, 1,6 millones, incluso, viven en condiciones de indigencia, el 13,1% del total de la población de hasta 17 años.
La película más amplia muestra que entre 2020 y 2021, por la pandemia de coronavirus, hubo un marcado incremento en las dos métricas -pobreza e indigencia- y que en 2022 fue retomado el camino de mejora, aunque fue insuficiente para “recomponer” el efecto hacia arriba que había provocado la crisis sanitaria y las medidas de restricción a la movilidad. Como referencia, cuando terminó el 2019 la cantidad de niños y adolescentes pobres era de 59,5 por ciento. El pico de pobreza fue el 64,9% de 2021 y de indigencia, el 15,7% de 2020.
Entre 2019 y 2022 creció casi veinte puntos porcentuales la cantidad de niños, niñas y adolescentes cubiertos por algún tipo de asistencia del Estado en términos alimentarios, lo que la UCA denomina “alimentación gratuita”. Hubo en ese lapso varios fenómenos: el principal fue la puesta en marcha de la tarjeta Alimentar, que se otorga a titulares de la Asignación Universal por Hijo, desde 2020. Y además, un efecto colateral de la pandemia y la crisis: muchas familias pasaron a sus hijos desde escuelas privadas a escuelas públicas (76,3% en 2019 hasta 83,5% en 2022), que tienen algún tipo de asistencia alimentaria. Esto se refleja más claramente en otros dato: mientras en 2020 el 33,2% de los hogares de sectores medios estaban alcanzados por asistencia de esta naturaleza, en 2022 eran nada menos que el 62,4 por ciento.
Números que alarman.
